Cambian los tiempos, nos modernizamos, avanza la tecnología pero las excusas son las mismas, lo que varía es la coyuntura.
Cita 1.
Está transcurriendo un encuentro amoroso y ya empiezan a extrañarte. Qué loco eso, no? Es raro.
Todavía estamos juntos y ya te empieza a preguntar cuándo nos vamos a volver a ver.
Y hasta puede llegar al extremo de afirmar que “está con vos y ya quiere volver a verte”...
Si esta situación te parece conocida o una amiga o la amiga de una amiga te la contó que le había pasado a la prima de una amiga, no tiene nada de extraño... Lo paradójico es que nunca llegues a la segunda cita porque el que estaba exultante por un nuevo encuentro ni te llama, ni te manda mail, ni siquiera mensaje de texto... Porqué te preguntarás una y otra vez y elucubrarás miles de hipótesis para tratar de comprender el motivo de su desaparición.
Salvo que el joven fuera Fantomas o se haya desintegrado en el aire, no podrás encontrarle explicación.
La descripción de la situación es al sólo efecto de hacerte reflexionar y tratar de, entre todas, encontrarle la punta a un ovillo imposible de desentrañar.
Cita 2.
Otra típica
En un encuentro más afortunado que el anterior llegas a la posibilidad de concretar un segundo encuentro y la frase que alienta tu esperanza es un ...”yo te llamo”... y en haras de este deseo una empieza a esperar y … espera … y espera. Y a partir de allí anda con el celular pegado al cuerpo por si no llegara a escucharlo y cada vez que suena el corazón da un vuelco y... nada... O es una amiga o un compañero de facultad que te pide un apunte... o una tía aburrida que nos da conversación o lo que es peor la compañía de celulares que te da la buena noticia de que tenés 1500 mensajes gratis o que te doblaron el crédito... Pero no, te desilusionas automáticamente porque de él, ni noticia...
Esta situación modernizada y adaptada a los tiempos que corren porque si nos remontamos a tiempos idos cuando los celulares existían sólo en algún relato de ciencia ficción, el resultado era el mismo pero con más incomodidad.
Si tenías la fortuna de contar con un teléfono de línea estabas pegada al aparato, porque aclaro que tampoco existían los teléfonos inalámbricos y tu esperanza se veía limitada a un cable enrulado y a una campanilla que no se decidía a sonar!
Y, si eras menos afortunada, y ni siquiera teléfono tenías, no te quedaba más que esperar que la vecina de la otra cuadra, que era la única propietaria de teléfono en la manzana, que vendría a ser el eslabón perdido de los programas de chismes modernos adaptados a los barrios periféricos, entonces esta noble señora sería la portadora de la noticia, el hermoso hermes de los pies alados, el mensajero del amor que traería la misiva de que “un muchacho te había llamado” mientras te miraba con ojos pícaros y de curiosidad encubierta. Pero esto sucedía en tu imaginación porque ese llamado no llegó.
Ahora te preguntarás: ¿Para qué dijo que llamaría, si no tenía la intención de hacerlo? Y te conformás pensando que perdió el celular, que fue víctima de un secuestro express, que perdió la memoria repentinamente o que apareció una ex que no tenía nada mejor que hacer que interponerse en el camino de tu segunda cita.
Cita 3.-
Si llegaste a esta instancia empezás a convencerte que sos su favorita, que él está pensando todo el día en vos como vos en él y vaciás el guardarropas buscando alternativas para sorprenderlo en una cita Nº 3. Sin olvidarte del amuleto en que se convirtió ese par de aros, esa pulsera o ese pañuelo que te acompañaron desde el primer encuentro.
Y ¿Ahora qué?
A partir de este momento empezás a pensar que finalmente se rompió la maldición y que pudiste subir tres peldaños en la escalera del amor.
Dejémoslo acá. No rompamos el hechizo aunque por un instante tengas la remota idea de faltar a esta tercera cita... Después de todo, ¿somos humanas, no?